Un piano en La Pedrera
Una reflexión sobre el genoma humano y un concierto sirven para inaugurar un nuevo espacio en
el edificio de Gaudí.
La crónica
MANUEL CUYÀS
Dicen que el señor Milà, propietario de La Pedrera –o quizás fuera
uno de los inquilinos que tenían que ir a vivir en uno de los domicilios del edificio-,
se acercó un día a Antoni Gaudí para formularle una queja. Su hija
estudiaba piano y como no había ninguna pared que fuese recta veía difícil
poder encajar la espalda del instrumento en un lugar estable. El arquitecto ni se inmutó:
- “Que estudie violín.”
El lunes por la noche había un piano en la Pedrera. Un magnífico piano
de cola no puesto contra una pared sino en el centro de una sala que aquel día
se inauguraba como un espacio donde hacer pequeñas exposiciones, conferencias y
conciertos. En La Pedrera siempre hay espacios para recuperar. Cuando Caixa Catalunya,
que es la propietaria, no habilita toda una planta para hacer exposiciones, desbroza las
buhardillas para convertirlas en laboratorio sobre la obra de Gaudí, adapta las
antiguas cocheras para transformarlas en dos salas de actos, convierte la terraza en un
lugar de ocio de película de Antonioni o extrae despachos de una antigua vivienda,
quizás la vivienda de la candidata a pianista que se tuvo que hacer violinista
porque tanto ella, como su padre, como el mismo Gaudí ignoraban que La Pedrera
se adapta a todo. La nueva sala, la sala que el lunes se inauguraba, fue hasta ahora una
oficina de Caixa Catalunya. Antoni Serra Ramoneda, presidente de la entidad, vino a decir
durante la inauguración que un espacio tan bonito encajaba poco como un lugar donde
se realizaban acciones tan prosaicas como son las transacciones fiduciarias. Si lo dice él,
que es el responsable supremo de las transacciones y el negocio de la casa, no cabe añadir
nada más. El caso es que la oficina se ha trasladado a un edificio de enfrente
y que el lunes La Pedrera ganaba una sala y en esta sala había un piano.
El piano sirvió para que Josep M. Colom interpretara Verbum , una de las últimas
composiciones de Joan Guinjoan, presente en el acto inaugural. Hay compositores que se
inspiran en un paisaje o en los ojos de una señora. Joan Guinjoan, que acaba de
estrenar en el Liceo una ópera basada precisamente en el pensamiento de Gaudí –no
en la vida de Gaudí, sino su pensamiento– para escribir Verbum se ha inspirado
en la cadena del ADN y el genoma humano. Sobre estos temas científicos trata el último
número de la revista Nexus, que edita la Fundación Caixa Catalunya y que
el lunes también se presentaba. Antes de la interpretación de la pieza de
Guinjoan, dos colaboradores de la revista, Jesús Mosterín y Salvador Pàniker,
nos informaron de nuestra semejanza con las ratas de las cloacas o con las medusas del
mar. Estas cosas deprimirían mucho si no fuera porque el descubrimiento es tan
sensacional y abre tantas perspectivas a la ciencia y a la medicina y anuncia tantos dilemas
morales, que somos más completos como hombres ahora que sabemos que no somos nada
que cuando nos pensábamos que éramos los reyes de la creación.
La sala donde sonó el piano contiene el mejor techo de todos los que Gaudí mandó moldear
en La Pedrera. En un principio parecen las dunas de un desierto solidificadas para siempre
y de arriba para abajo. Después observas que hay una estrella incrustada que no
es una estrella del cielo. Es una estrella de mar y las arrugas del techo son en realidad
un paisaje abismal. Una estrella de mar: un animal que es casi una planta o lo parece a
medias y que sea planta o sea animal es en todo parecido a usted y a mi, a Gaudí,
a Serra Ramoneda, a los oficinistas de la oficina de enfrente, al japonés que todavía
no ha descubierto esta sala, al pianista que ahora interpreta Verbum de Joan Guinjoan
y a todos los que en la Pedrera han tocado el piano o el violín.
artículo original en catalán en Vila
Web
Miercoles 26 Enero 2005 |