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II Premios Gaudí de Poesía y Narración Corta 2004


Entrega de los premios
Miércoles 19 de mayo de 2004
Salón de Actos del Círculo del Liceu

Intervención del Sr. Bassegoda

Sr. Presidente de la Junta Constructora de la Sagrada Familia, Sr. Presidente del Círculo del Liceo, Sr. Presidente del Gaudí & Barcelona Club, señoras y señores y socios del Círculo del Liceo.

Me dijeron que hablara de Gaudí y el Liceo. Bien: diré que no tienen ninguna relación. Y con esto podríamos terminar enseguida. Lo que pasa es que investigando y buscando, hay un momento en el que Ràfols, en su libro de 1929 de la Editorial Canosa, dice que Gaudí cuando estaba estudiando y terminando la carrera, como venía de una población pequeña y no tenía ninguna relación con gente rica de Barcelona, intuía que no encontraría clientes que le encargasen obras. Porque las obras las encargan las personas ricas. Y entonces empezó a frecuentar los círculos de la alta sociedad barcelonesa, asistiendo a funciones del Gran Teatro del Liceo. No tenemos constancia que pusiera los pies en esta casa, el Círculo. La ópera es una cosa que no encaja demasiado bien con el carácter de Gaudí, que era una persona muy reservada, que vivía su vida interior, que se preocupaba sólo de la arquitectura y todos los espectáculos le parecían una cosa carente de base y carente de realidad. Sí que tuvo afición a la música. Sabemos que fue a escuchar la Pasión según San Mateo que se interpretó en el Palau de la Música, dirigida por Lluís Millet y con el organista Albert Schweitzer, famoso organista suizo y misionero.

Es muy curioso porque Gaudí siempre tenía una ocurrencia a punto. Cuando terminó la representación de la Pasión según San Mateo -que dura más que un día sin pan- dijo a Lluís Millet: “Muy bien, le felicito. Pero me parece que usted ha modificado bastante esta partitura. Porque esto lo escribió un protestante y por lo tanto no puede ser bueno”.
En aquella época, a los hermanos separados les llamaban herejes.

Hay otra cosa muy bonita respeto a Gaudí y la música, que pasó cuando estaba enfermo en Puigcerdà. Pasó todo el verano con el Dr. Pere Santaló en el Hotel Europa de Puigcerdà porque había tenido una enfermedad que le diagnosticaron como anemia cerebral; era una especie de neurastenia: tenía una “depre”. Mientras estaba allí le presentaron a un joven pastor que tenía un rebaño de vacas pastando por el Pirineo. Y le dijeron: “Mire, le interesará porque este chico se ha hecho una flauta él mismo y compone unas melodías que son propias. Cuando Gaudí ya había vuelto a Barcelona le trajeron al chico, que hizo un concierto ante el arquitecto. A Gaudí le encantó, con aquella ingenuidad, aquella cosa que venía directamente de la Naturaleza. Después le dijeron: “Ahora lo llevaremos al Conservatorio”. Y él contestó: “No! No me lo estropeen” De ningún modo; esta espontaneidad debe conservarse”. Esta anécdota explica un poco el carácter de Gaudí, que tenía esta relación directa con la Naturaleza y bebía de las fuentes sin mezclar las cosas.

Existe también un ejemplo, aunque no sea musical, y es que cuando diseñó su pupitre, en 1878, puso unos apliques de metal fundido en forma de insectos. Y en su dietario, que está en el Museo de Reus, lo explica: “Pusimos un pregadéu dels rostolls y el caballet del rei. El pregadéu es la mantis religiosa y el caballet del rei es la libélula. Pero él no da los nombres más o menos científicos, sino que escribe los nombres de los payeses del Campo de Tarragona, que los conocen de este modo. O sea, va a buscar siempre la cosa más ingenua, la cosa más directa, la cosa que a él le convence y le gusta.

Se ha hablado de qué música le gustaba a Gaudí. Que si le gustaba Wagner… No lo sé: era contemporáneo de Rusiñol y ya saben ustedes que Rusiñol decía que para él lo mejor de Wagner eran las siete primeras horas de “Parsifal”. Y después ya se hacía un poco pesado. No lo sabemos. Sabemos –y esto le dio mucho trabajo al Sr. Giralt, y finalmente creo que no lo consiguió- a mi me dijo el Sr. Lluís Bonet Garí , que fue durante muchos años director de la obra de la Sagrada Familia, que a Gaudí le encantaba un couplé que se llamaba “El mosquito y la mujer” (1). Lo hemos buscado pero no lo hemos encontrado; algún día saldrá.

- Perdón, perdón: sí lo hemos encontrado – Intervención del Sr. Giralt
-Ya lo has encontrado?
- Tenemos la música y la letra
- Pues podrías habérmelo dicho, hombre! Y yo poniéndome en evidencia delante del público! Ya te daré una tarjeta para que sepas mi teléfono y me lo digas. El año que viene, cuando se haga la entrega de premios, alguien cantará. Tenemos alguna coupletista, por aquí? Aquí cerca había la bodega Bohèmia, pero creo que se la cargaron. Yo todavía recuerdo la época gloriosa de Mary Alda y el Gran Gilbert… Precisamente estaba aquí, en la calle Lancaster, que es el nombre de un capitán general. En esta calle había también, si no recuerdo mal, el taller del ebanista que trabajó en la mayoría de las obras de Gaudí. si no recordo malament, el taller de Joan Munné Seraní ? Que va ser el fuster que va treballar en la majoria de les obres de Gaudí. Y muy cerca de allí estaba la Sala Mozart, una sala interesante para la historia de la música de Barcelona.

No existe, pues, forma alguna de coger la relación de Gaudí con la música y sacar conclusiones. Pero en todas las ocasiones en las que el arquitecto se aproxima a la música encontramos este talante particular suyo, este modo de hacer las cosas tan diferentes a sus contemporáneos arquitectos. Es decir, los arquitectos contemporáneos de él, Doménech i Muntaner, Puig i Cadafalch, todos estos, eran completamente diferentes. El estudio de Gaudí en la Sagrada Familia no tenía nada que ver con los estudios de los arquitectos. El arquitecto, normalmente, tiene un estudio con un recibidor, después hay una sala de espera, el despacho del arquitecto, una sala de reuniones y de juntas… Gaudí estaba metido en aquella caseta de la Sagrada Familia, con todos los yesos de las serpientes y dragones pegados en el cielo raso, y en fin, el tablero casi no lo utilizaba, porque ya saben que no le gustaba dibujar. Era sólo para hacer las maquetas, y esto lo hacía con los dedos. Hay una foto muy interesante. Cuando Gaudí murió, al día siguiente del 10 de junio de 1926, el fotógrafo Segarra fue a la Sagrada Familia y fotografió todo el taller de Gaudí. Es una pena porque este archivo Segarra no sabemos dónde está. Pero las fotografías del taller de Gaudí se publicaron en la Gazeta de les Arts, que dirigía Joaquin Folch i Torres. Y allí se ve exactamente cuál es este ambiente. Porque ya saben que Gaudí iba cada noche a dormir en el Park Güell y lo acompañaba Llorenç Matamala. Cuando éste, en 1925, tuvo un ataque de apoplejía y tuvo que quedarse en casa –vivía juste delante de la Sagrada Familia, en la calle Mallorca-, Gaudí ya dejó la casa del Park Güell y se quedaba a dormir en la Sagrada Familia. Hay una fotografía de su cama, que es un catre infecto, con una bacinilla debajo y, al lado, en una mesa, las maquetas de yeso. Por lo tanto, cuando abría los ojos, lo primero que veía era su obra que debía continuar creando. Esta personalidad suya, que demuestra un enorme amor a la profesión, el sentimiento que su profesión era una especie de religión, una especie de sacerdocio, a cuyo servicio entregó su alma y su cuerpo. Aquella frase de Jesucristo: “Si quieres seguirme déjalo todo y ven conmigo”, en el caso de Gaudí, la frase podría aplicarse a la arquitectura: dejarlo todo para hacer arquitectura. Y nada más. Porque como ustedes saben, Gaudí ni se casó, ni viajó, ni escribió, ni leyó. Hablamos de la biblioteca de Gaudí. La biblioteca de Gaudí eran tres o cuatro libros! Tenía Canigó (2), tenía sobre todo L’Année Liturgique de Dom Guéranger (3), algo de Maragall (4) y poca cosa más. No le interesaba, porque no tenía tiempo para leer; tenía tiempo para trabajar, buscando formas. Como las sacaba de la naturaleza –y hay tantas-, no daba abasto. No tenía el problema del compositor, o el pintor, o el escritor, que tiene que romperse el cerebro ante el papel blanco. El problema de Gaudí es que tenía tantas ideas que no tenía tiempo material para llevarlas a la práctica. Y murió con menos de 74 años; si hubiera podido vivir como su padre, que llegó a los 93 Déu n’hi do…! Pero no sólo no vivió demasiados años, sino que además, la mayoría de sus obras –o gran parte de ellas- han desaparecido. Hoy he enviado un artículo en el periódico hablando de dos obras suyas de 1904. De la casa Batlló, que está perfectamente conservada. En diciembre se inauguró la primera parte de la restauración de la Catedral de Mallorca, que también se ha conservado. Pero todo lo demás se ha perdido: el taller de los hermanos Badia ha desaparecido, en la calle Nápoles. Ya no queda nada. El proyecto para la estación de Francia, con estas ideas revolucionarias que tanto asustaron a los ingenieros de la Compaña MZA, tampoco se ha llevado a cabo. En fin, una serie de cosas en las que él trabajó, dedicó un esfuerzo y que después han desaparecido. Como el Chalet d’en Graner: Sólo hizo la puerta y ésta ha desaparecido, también; sólo nos queda una foto. O la Sala Mercè, que estaba aquí, en las Ramblas y también ha desaparecido.
Es una pena considerar que la obra de Gaudí, que no es demasiado extensa –porque él no la daba nunca por terminada, y seguía trabajando y trabajando en ella, perfeccionándola- en gran parte ha desaparecido. Y la que no ha desaparecido, más valdría que hubiera desaparecido, porque se han realizado ciertas restauraciones que claman al cielo. Pero en fin, Gaudí, que ahora será beato, ya lo arreglará desde el Cielo y nos bendecirá a todos.

Muchas gracias por su atención, enhorabuena a los ganadores, enhorabuena a los organizadores y muchas gracias al Círculo del Liceo por acogernos en esta casa.


  1. El Gaudí & Barcelona Club tiene en su poder la letra y la música de este cuplé “El mosquito y la mujer”. Pero nos hace falta la cupletista que la pueda cantar. Puedes ayudarnos a encontrarla? Necesitamos tu colaboración; danos ideas: news@gaudiclub.com
  2. Canigó (1886) es un poema épico de Jacint Verdaguer (1845-1902). El autor, sacerdote y poeta catalán amigo de Gaudí, fue el máximo exponente de “La Renaixença”. Hijo de una familia de modestos campesinos, estudió en el seminario de Vic y fue ordenado sacerdote en 1870. En los años 1875 y 1876 fue capellán en naves de la Compañía Transatlántica, del marqués de Comillas y empezó una gran amistad con él.
    La publicación de Canigó, sobre el origen religioso de Cataluña, impulsó la restauración del cenobio románico de Ripoll.
  3. Dom Guéranger (1805-1875) fue el primer abad de Solesmes (1837) y restaurador de la orden benedictina en Francia. Preocupado por el poco seguimiento que gozaba la liturgia, escribió “El año litúrgico” (1841-1866), para recobrar el sentido y el valor de las ceremonias religiosas. También se encargó de restaurar las melodías gregorianas, a las que consideraba la forma perfecta de oración
  4. Joan Maragall (1860-1911), poeta catalán del Modernismo, importante traductor de autores clásicos griegos, alemanes y franceses y autor de ensayos ideológicos, culturales y políticos, además de colaborador de revistas modernistas. Algunas de sus obras, de estilo espontáneo, ganaron los Juegos Florales de Barcelona
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