LA ESTATUA DE SANT JORDI DE GAUDÍ, EN “CASA BOTINES”

Manuel CARRIEDO TEJEDO

El primer documento histórico que menciona la figura del Sant Jordi, colocada en la fachada sur o principal de la leonesa «Casa Botines» 1892, obra de Antonio Gaudí Cornet 1852-1926, es el acta de 15 septiembre de 1893, redactada con motivo de la solemne inauguración del edificio celebrada en esa misma fecha, dando así comienzo la particular y curiosa historia de una de las pocas estatuas que han adornado la ciudad de León a lo largo de todo el siglo XX.

             El primer antecedente conocido sobre el grupo escultórico que nos ocupa se debe a la mano del propio Gaudí, en uno de los planos del edificio alzado, escala 1:100, que está datado en Barcelona, diciembre de 1891, donde ya puede apreciarse claramente la idea del maestro sobre la figura que tenía previsto colocar en la futura construcción. Y hoy es sabido que el modelado del Sant Jordi fue realizado en Barcelona año 1892, por el fiel colaborador del arquitecto catalán, durante muchos años, Lorenzo Matamala Piñol 1856-1927, haciendo de modelo el propio escultor, en tanto que el dragón fue tomado de uno de los que se pusieron en los contrafuertes de la Sagrada Familia. Y gracias al acta, arriba aludida, sabemos que la imagen fue tallada en la propia ciudad de Barcelona, pero ya en 1893, por el también catalán Antonio Cantó, que había tenido a su cargo la responsabilidad de la cantería en «Casa Botines».

             La coinciencia de la colocación del Sant Jordi en la edificación leonesa el referido 15 de septiembre de 1893 con la enfermedad, agonía y muerte del obispo de Astorga, Juan-Bautista Grau Vallespinós, hizo imposible la presencia física de Gaudí en tan solemne acto, por lo que tampoco pudo firmar el acta de «Casa de Botines»; y luego, la estatua siguió instalada en su pedestal, sin mayores novedades, durante varias décadas, hasta que a mediados del pasado siglo XX comenzó a notarse su alarmante deterioro.

             En efecto, la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León hoy integrada en Caja España adquirió el edificio el 14 de octubre 1929, inaugurando en él su sede social el día 20 de julio de 1931. Y justo veinte años después aparece la primera noticia documental expresa sobre los cuidados que ya hubo de necesitar la talla, cuando la Junta Administrativa de la Entidad propietaria, en sesión celebrada el 3 de agosto de 1951, acordó satisfacer a la firma «Mármoles Aldeiturriaga», de León, la factura correspondiente a la “reparación de la figura en piedra del Sant Jordi, sobre la puerta principal”, debido a que se había desprendido “un trozo de la mandíbula superior del dragón”, por lo que fue necesario intervenir “por medio de barras de hierro y bañando la piedra con un líquido destinado a la mejor conservación de la misma”.

             Pero lo cierto es que los esfuerzos no dieron el resultado apetecido, y además, “pese a aquellas precauciones, se desprendió el brazo de la figura, juntamente con un trozo de lanza, y la mandíbula interior del dragón”, lo que motivó la adopción de nuevas medidas por parte de la Institución, que detuvieran “los deterioros que, como consecuencia de los agentes atmosféricos, sufrió en dos ocasiones” la figura del Sant Jordi.

             En consecuencia, se encargó el 18 octubre de 1952 al arquitecto leonés, don Luis Aparicio Guisasola, la elaboración de un informe sobre el estado de la escultura, poniendo en evidencia el técnico, en ese mismo mes, “el estado de descomposición de la piedra, con grietas muy profundas en las partes de relieve más acusado, cabeza del santo y del dragón, brazos y piernas”. La Junta Administrativa trató el tema en la sesión del 24 de octubre, contemplando ya la urgencia de “desmontarla para evitar posibles accidentes” tanto para el personal, como para los clientes y los viandantes, y el 21 de noviembre, después de haber estudiado muy detenidamente el informe técnico, que ya no contemplaba “posibilidad de arreglo”, se acuerda, sin más dilación, “proceder a desmontar la figura de Sant Jordi que está colocada en la fachada de nuestro edificio social, obteniendo las fotografías necesarias para conservar el mayor número de detalles posibles de la misma”. Fotografías hoy custodiadas en el Archivo Histórico que muestran de forma muy clara, en efecto, la lamentable degradación sufrida por la piedra.

             Y fue al desmontar el grupo escultórico, en diciembre de 1952, cuando tuvo lugar el feliz hallazgo en su interior de un tubo de plomo conteniendo: los dos únicos planos hoy existentes de «Casa Botines» planta y alzado firmados por el maestro; varios ejemplares del diario leonés “El Campeón” de enero y febrero de 1892, con noticias sobre el solar en el que finalmente trabajó Gaudí; y la archifamosa “acta” del edificio, en la que los promotores de la obra, señores Fernández y Andrés, dejaron detallada constancia del calendario de la edificación, así como de los responsables de la misma, en todas sus facetas.

             Aunque en la ciudad circularon rumores infundados sin duda sobre la posible sustitución del viejo Sant Jordi patrón de Cataluña por la Virgen del Camino patrona de León, que incluso llegaron a tener eco en Barcelona, lo cierto es que nunca se hace mención documental de dicha iniciativa en el ámbito de la Entidad, pues desde el primer momento sus órganos de gobierno mostraron la intención de encargar una copia exacta del santo caballero de Capadocia, y así lo pusieron de manifiesto en noviembre de 1952, ordenando la obtención de “detalladas fotografías”, como su Patronato, al acordar, en sesión de 10 de marzo de 1953, “reponer la figura de Sant Jordi, en exacta reproducción de la que existía”.

             Por otro lado, es difícil llegar a conocer hoy, asimismo, de dónde nació la especie de que el segundo Sant Jordi es obra del afamado escultor cántabro que tanta huella dejó en León Víctor de los Ríos, pues lo cierto es que en la documentación existente consta que, después de haberse llegado a un primer acuerdo en agosto de 1953 con el escultor gallego Andrés Seoane quien finalmente no pudo afrontar el encargo, debido a una enfermedad, el modelado fue adjudicado al escultor madrileño Rafael García Morales, en junio de 1954, finalizando la obra con evidente retraso en julio de 1955. Y fue al cabo el propio Seoane ya repuesto el elegido por la Institución propietaria para que, en cuanto le fuera posible, acometiera la talla de la figura en piedra, lo que tras nuevo retraso no culminó hasta el mes de abril de 1956.

             Había llegado el momento, pues, de que se situara de nuevo en la fachada de «Casa Botines» la figura del patrón catalán, y según sabemos por testimonios precisos que han llegado hasta hoy, recogidos mayormente en la prensa de la época, la reposición del Sant Jordi aconteció entre el 2 y el 8 de junio de 1956, dos días antes de cumplirse el 30º aniversario de la muerte de Gaudí. Y, con este motivo, los responsables de la Entidad propietaria devolvieron también ahora al nuevo grupo escultórico, no sólo el tubo de plomo primitivo conteniendo ahora únicamente el “acta inaugural” de 1893 y los viejos ejemplares del periódico “El Campeón”, pues los planos quedaron desde entonces en el Archivo Histórico de la Entidad, sino también un segundo cilindro en el que se quiso dejar una “breve explicación de las causas que obligaron a demoler la figura original y su sustitución por otra idéntica”, así como tres ejemplares de sendos periódicos leoneses: la “Hoja del Lunes” de 4 de junio de 1956 y los diarios “Proa” y “Diario de León” ambos de 5 de junio de 1956.

             La nueva talla fue excelentemente acogida tanto en la capital leonesa como fuera de ella según ponen de manifiesto los periódicos contemporáneos, y hasta el propio Patronato de la Caja de Ahorros quiso dejar constancia expresa en su sesión de 18 de septiembre de 1956, con la natural satisfacción, del escrito remitido por la asociación catalana «Amigos de Gaudí», felicitando a la Entidad “por el acierto logrado en la reproducción”.

BREVETES

Gaudí ya mostró, en el plano firmado en diciembre de 1891, su intención de colocar el grupo escultórico del "Sant Jordi y el dragón" en la fachada sur o principal de «Casa Botines».

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El maestro catalán no pudo estar presente en la colocación del Sant Jordi, el 15 de septiembre de 1893, al coincidir con la agonía de su amigo Juan-Bautista Grau Vallespinós, obispo de Astorga.

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El "primer" Sant Jordi fue moldeado por Lorenzo Matamala Piñol, en 1892, y tallado por Antonio Cantó, en 1893, ambos en la ciudad de Barcelona.

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A mediados del siglo XX la piedra en la que estaba tallada el Sant Jordi se encontraba en tal estado de descomposición y agrietamiento, que ya no había posibilidad de arreglo.

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El "segundo" Sant Jordi, copia exacta del primero, fue modelado en Madrid por Rafael García Morales, en 1955, y tallado en León por Andrés Seoane, en 1956.

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