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			 Artículo de Información 
            San Antón barbudo 
            VÍCTOR MANTECA VALDELANDE 
            Con los primeros fríos del año, toda 
              España celebra al santo patrón de los animales y, 
              en ciertas parroquias con especial atribución canónica 
              -algunas desde tiempo inmemorial-, acuden los fieles con su animal 
              para recibir las bendiciones en el día de San Antón. 
             Este abogado de caballerías y ganados a quien tanto se ha 
              venerado es el San Antonio Abad o San Antonio el Grande, que pasó 
              su vida como eremita en los desiertos de Egipto y al que se refieren 
              magníficas pinturas desde El Bosco a Dalí y obras 
              literarias como «Las tentaciones de San Antonio».  
            La iconografía lo representa con larga barba, hábito 
              oscuro, báculo en la diestra y a sus pies, un gracioso cerdito. 
              Detalle al que alude el castizo cuarteto cuyo verso final constituye 
              una cariñosa irreverencia:  
            San Sebastián fue francés  
            y San Roque peregrino  
            y lo que lleva a los pies  
            «San Antón es un cochino» 
            Yo siempre había oído que dicho animal representaba 
              a Satanás vencido por el santo al que tantas veces había 
              tentado y que, en cierta ocasión, lanzó contra el 
              anacoreta piaras de puercos que gruñían espantosamente. 
              Sin embargo, también me había llamado la atención 
              que en las tallas más antiguas de este santo, concretamente 
              en viejas ermitas de la montaña asturiana, el famoso cerdo 
              aparece siempre de negro y con aspecto fiero.  
            Encontré la solución en la página de un calendario 
              pío en cuyo dorso el religioso redactor explicaba la auténtica 
              leyenda del cerdo de San Antón.  
            Una jabalina, viendo a todos sus hijos atacados de ceguera, corrió, 
              con ellos, a los pies de San Antonio suplicando compasión. 
              Movido éste de la piedad, y gracias a su intercesión, 
              recobraron la vista los jabatos. Llena de gratitud, la excelente 
              jabalina jamás abandonó a su bienhechor.  
            Para inmortalizar esta prueba de bondad, pintores y tallistas mostraron 
              al santo casi siempre acompañado de la jabalina agradecida.  
            Dado el parentesco existente entre cerdo y jabalí, no debe 
              extrañar que se introdujera esta confusión en la representación 
              del animal.  
            De ser así la leyenda original, confirmada por diversos 
              escritos de los capuchinos, será sin duda el jabalí 
              quien tiene mejor derecho a figurar a los pies de San Antón 
              y no el rosado gochín. El arraigo de la confusión 
              dio lugar a numerosas rifas y subastas del cerdo también, 
              quizá, por relación con su feroz pariente.  
            En estos días llegan fiestas muy nuestras como el San Antón 
              de Parres, la subasta de llacones en Moreda, el ramu del santo en 
              Carreño, la Foz de Morcín con su recio pote de nabos, 
              Cabrales con los borrachines, y otras romerías en que, desde 
              antiguo, se celebra a San Antón. Recuerdo una ermita donde, 
              ante los santos Ildefonso, Vicente y Antón, tenían 
              lugar en estas fechas concurridas subastas de chacinas muy apropiadas 
              para combatir los fríos invernales.  
            Antes había pueblos donde, el día de San Antón, 
              era fiesta para el ganado que estaba liberado de trabajo. Hoy, maquinaria 
              y tractores ocupan el lugar de la ganadería de labor en nuestro 
              campo, con lo que resultó algo mermada la parroquia del patrón. 
            Sin embargo, patronazgo y abogacía se mantienen gracias 
              a las mascotas, cada vez más presentes en la vida cotidiana, 
              que han logrado restaurar clientela y oficio del Santo Barbado y 
              su acompañante de colmillo afilado. 
              
            LA 
              NUEVA ESPAÑA 
              EDITORIAL PRENSA ASTURIANA Director: Isidoro Nicieza 
               
			  Jueves, 22 Enero 2004  |