Etsuro Soto

Etsuro Soto
Eri Fujikawa, coorganizadora del certamen, junto a Etsuro Sotoo, en Oviedo

Se dice pronto, pero Etsuro Sotoo lleva más de media vida entre las piedras de la Sagrada Familia de Gaudí. Este japonés que no ha cumplido los 55, llegó hace treinta a Barcelona y allí, ante la asombrosa edificación del genial arquitecto quedó prendado del «maestro», como él mismo le llama. Desde entonces, tras un periodo de estudio de la obra, es el escultor del templo y su fachada del Nacimiento, conocida también como la fachada japonesa, ya concluida, ha sido declarada patrimonio cultural por la Unesco.

Ayer estuvo en Oviedo. Una visita vista y no vista en la que apenas pudo apreciar la arquitectura de la capital, pero sí el verde de su entorno «ahora que padecemos tanta sequía en Barcelona». No fue su apreciación, en el marco de una conferencia que ayer cerró las II Jornadas de Cultura Japonesa de la Universidad de Oviedo, aleatoria. Todo lo contrario. Venía Sotoo a hablar de Gaudí y el sentido japonés y se encuentra el vínculo entre ambos en la inestimable consideración que el genio y los japoneses tienen de la naturaleza. Así lo explicó a EL COMERCIO este catedrático de Bellas Artes de la Kyushu University, a quien en su país conocen como el 'Gaudí japonés' desde que se hiciera famoso por rodar un spot publicitario para una marca de cafés. «Gaudí encontró un secreto en la naturaleza. En ella encontró la armonía. En ella estaban sus verdaderos amigos, porque hay que recordar que de pequeño apenas pudo ir a la escuela por enfermedad y apenas tenía amigos con los que jugar».

Sin amistades convencionales, pero rodeado de animales y vegetación, creció Gaudí en la casa de su abuelo y fue creciendo en él la fuerza del simbolismo de todo lo que le rodeaba. «A mí me ha costado treinta años de estudio y observación saber de dónde sale una obra como la suya que hoy es capaz de asombrar incluso a los más vanguardistas. Un día, me acerqué a la casa de su abuelo y allí vi una planta conocida como uña de gato y es clavada a las torres que rematan la Sagrada Familia».

El profesor Sotoo, que se convirtió al catolicismo guiado por la admiración de la obra de Gaudí, asegura que lo suyo no es una locura «si no la necesidad de hallar la verdad que tenemos todos. Yo llegué a Barcelona buscando la verdad y me encontré con Gaudí. Después supe que él no era mi destino, si no mi principio».

Imbuido del espíritu modernista del catalán, este japonés ha encontrado los pilares de su existencia y la pregunta en este punto de la conversación se hace obligada:

  • Gaudí se lo ha dado todo, ¿qué cree que le ha dado usted a Gaudí?
  • Mientras ame y aprenda de Gaudí, mientras divulgue su obra y hable de él, él seguirá vivo.